miércoles, 27 de noviembre de 2013

La noche soñada

“Unicamente aquellos que aceptan el orden burgués como un orden natural, sagrado, que no solamente no puede ponerse en tela de juicio sino que está por encima de todo juicio, no tienen vergüenza de aquellos años en que objetivamente fuimos la punta de lanza de nuestra oligarquía terrateniente, los grupos de choque –físicos e intelectuales-, de los socios del Jockey Club” (Ismael Viñas, Revista Ficción, N° 15, octubre-noviembre de 1958)



La tarde noche del lunes pasado se gravó la emisión semanal del programa televisivo La Otra Cara. Dicho espacio oficia de promotor de operaciones donde la derecha procesista local, con fuertes vínculos en sectores de inteligencia paraestatal y legajos manchados en su relación presupuestaria con el Estado procura ordenar a piaccere el escenario político local. El armado, como todo en la política de derechas local, quedó en manos del comisionista de UOCRA Guillermo Olarán, pero la presentación y conducción periodística trasuntó en las del joven José Mozzoni, conocido recaudador mediático en sus múltiples versiones y soportes desde que llegó a la localidad. Claro es, el uno y el otro se encontraron en las puntas de un mismo negocio.

Hace ya semanas (en el transcurso de las campañas electorales) desde este espacio se redactó una columna llamada Un topo por la tangente donde se exponía la reflexión acerca de la necesidad que tienen las derechas en configurar emergentes a centroizquierda que procuren debilitar los procesos políticos que pretenden, y a veces consiguen, construir armados estables sobre ese andarivel del espectro ideológico. Allí se reflexionaba acerca de dos ejemplos medianamente palpables y recientes. Uno mostró el triunfo de dicho objetivo, cual había sido la construcción de una cierta unidad de “centroizquierda” porteña entre Carrió y Pino Solanas que concluyó con la salida del Senado Nacional del prestigioso sociólogo, investigador del CONICET y ex Ministro de Educación Daniel Filmus. En ese compuesto, a la derecha consolidada se le opondría un armado de centroizquierda “republicana” que sobre el auspicio mediático buscaría la representación de una agenda progresista ante la conservadora del macrismo.

Para ese entonces ya se habían vislumbrado dos pequeñas imágenes que daban cuenta del armado que pretenderían vertebrar la derecha procesista local y sus peones electorales en el MPN junto a sectores de izquierda desencantados con el Acuerdo Político, tales como el unipersonal liberal del Sur, Daniel Tórtora. Primero había sido en este mismo espacio de opinión donde el librero que resguardara el sello político que comparte con Victoria Donda y Alfonso Prat Gay, manifestara sus descontentos con el Acuerdo Político al tiempo que explicitaba su beneplácito con la figura de Salvador Vellido y sembraba expectativas en torno a un armado futuro de cara a 2015 (véase Entrevista a Daniel Tórtora…). Conocida es la capacidad para sostener una presencia folklórica que tiene el librero Tórtora, tanto como su incapacidad para traducirla en algo parecido a una construcción política con visos de validación electoral, a más de la cercanía (que el dirigente reafirma sin tapujos) que mantiene con el armador del MPN en cuanto a objetivos tácticos en torno al desgaste del actual gobierno municipal, todo lo que no lo hacen, necesariamente, un aliado expectable para ningún candidato con ambiciones.

Pero al son de esas declaraciones se conoció la operación política que se analizaba en la columna citada al comienzo de la presente. En el portal de operaciones del comisionista de UOCRA Guillermo Olarán (donde pretende mostrar su otra cara) se daba cuenta del armado que “preparaba” la candidatura de Salvador Vellido sobre el soporte de un conglomerado de organizaciones sociales y políticas y el trabajo de gestión política de dos áreas centrales para cualquier gobierno, tales Juntas Vecinales y el Instituto de Viviendas.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Jaque al kirchnerismo

Dama, tablero y enroque

Los resultados de las PASO no pueden ser para el universo kirchnerista, y menos aún para su conducción, una circunstancia coyuntural que no exponga miradas de carácter estructural a ser atendidas. La síntesis de un diagnóstico que se reclame en la celeridad de una frase puede sentenciar que el kirchnerismo está teniendo problemas de futuro. La centralidad de la figura presidencial de Cristina Fernández como eje absoluto del sistema político nacional y del kirchnerista es tanto su activo fundamental como su talón de Aquiles.

Las miradas estructurales obligan a conceptualizar el proceso de estos últimos diez años como uno solo que se resume en el “kirchnerismo”, entendido como proyecto político de época que interpela a la misma historia política nacional, inaugurando un tempo cultural del que no escapan ni sus adversarios más acérrimos que se hallan fuertemente limitados por la hegemonía kirchnerista en la constelación simbólica y material de este proceso. Pero el kirchnerismo contiene una subcultura de poder novedosa, propia y diferente al abc inaugurado por Néstor Kirchner. El Cristinismo implica una dinámica interna del propio kirchnerismo y es lo que analizaremos brevemente.

jueves, 22 de agosto de 2013

Un topo por la tangente

Como se dijera en esta página en diversas columnas, la crisis de las grandes ideologías que conlleva la entronización de la cultura posmoderna implica una cierta dificultad a la hora de referenciar los procesos políticos. Hoy las ideologías sobreviven tan sólo en los reflejos alegóricos de la caverna de Platón, aunque los teóricos se resisten a dejar en el camino para siempre aquellos conceptos con los que creyeron que se hacía la política. Mejor suerte tuvieron los populismos en ese sentido, ya que hicieron primero política, y en el hacer fueron leyendo lo que otros teorizaban sobre ellos. Ante esta realidad innegable, derechas e izquierdas son en función de la relación que adopten entre sí gobiernos y oposiciones, sus discursos, agendas, impugnaciones, combates. Así es que este último tramo de nuestra historia nos halla en una encrucijada de repolitización pero con herramientas conceptuales pobres. El país, la provincia, la localidad, no escapan a esta lógica que se expresa, entre otras formas, en la culposa transmutación de los antaño rígidos conceptos con que las ciencias sociales y la política partidaria encontraban placer teórico y retórico. La política posmoderna ya no nos habla de historia sino de escenarios y coyunturas, no hay proyectos políticos sino agendas, no hay clases sociales sino segmentos y sectores, no hay pueblo sino gente y ciudadanía, no hay izquierdas ni derechas sino centroizquierdas y centroderechas, y en esta línea, la misma política no es canalización de la confrontación sino diálogo y consenso con una noción de orden donde nunca termina de quedar en claro cuáles son los intereses que deben sentir placidez por los consensos logrados en la mesa de la política.

En este peculiar cruce del tiempo y el espacio en nuestra sociedad asistimos al desempeño histórico de un proyecto político que retoma los viejos conceptos con que los populismos latinoamericanos desafiaron a los teóricos irritando de igual modo a las oligarquías liberal conservadoras y a los combativos clasistas de claustros universitarios: a los primeros les perturbaba el orden y sus intereses y a los segundos el futuro y sus ideas; y en el medio de los dos, el pueblo que votaba mal. Hoy, como decíamos, presenciamos el desarrollo de un populismo moderno que es, como antaño, denostado de igual modo en las plateas de la lateralidad ideológica.

Ya fue dicho en esta página en la columna Salpicón, que las izquierdas son intelectualmente más honestas que las derechas y, como se sabe, populismos hay de derechas y de izquierdas. Cuando en la Argentina reciente un gobernador patilludo y emponchado prometió revolución productiva y

jueves, 15 de agosto de 2013

PASO y quiero

Las recientes elecciones dispararon una serie muy extensa de declaraciones, reflexiones apuradas, algunas mediatizadas y seguramente que muchas más no, donde cada actor, de los principales y los de reparto, expusieron sus razones para interpretar el por qué de que los resultados salieron como salieron y fueron y no fueron tan buenos y tan malos, tan en sintonía con la realidad que leemos y deseamos y tan lejos de lo que lo otros vieron, sintieron y votaron. Como es regla opinar con la crónica del lunes ya escrita, este escriba lo hace en lo sucesivo y lo publica al filo del jueves por temor a volver a equivocarse y, de paso, se retrotrae al pasado para no pasar desapercibido con uno mismo y ensaya un mea culpa.

Al decir esto, debe reconocer inmediatamente este cronista que así como hipotetizó de más al conocer la información del eventual salto de Lucila Crexell a las trincheras de Pechi Quiroga (véase para ello la columna Largaron), también fueron destemplados sus análisis a la hora de abocarse a vislumbrar los resultados de la interna del MPN y sus consecuencias. Es por ello que se considera desde esta página hacer un primer reconocimiento al Concejal Saloniti con quien se

sábado, 10 de agosto de 2013

Entrevista a Daniel Tórtora, precandidato a Diputado Nacional por Libres del Sur

Daniel Tórtora en la Librería La Grieta
Daniel Tórtora es librero, político, editor, militante, periodista, caminador, dialogador. A la hora del intercambio es verborrágico y, si algo puede reconocérsele como político diferente a la imagen que de ellos tiene el común, no se guarda mucho y toca todos los temas, aún a riesgo de herir vínculos. En esta extensa entrevista a horas de las PASO donde se postula como precandidato a Diputado Nacional por Libres del Sur, aborda todos los temas: su propuesta partidaria y el armado de su alianza; las críticas al gobierno nacional; su mirada sobre la política neuquina, sus desafíos y una hipótesis sobre lo que viene y los armados que le gustarían ver; el Acuerdo Político, sus críticas y una mirada terminal; Libres del Sur y Emilia Otharán; Juan Carlos Fernández y Guillermo Carnaghi. Todo, en esta entrevista.

Cuadernos de Política: Usted es candidato a Diputado por Libres del Sur, me gustaría que nos explique cómo se compone la lista, cómo es la alianza o armado si es que abarca a otras vertientes y qué viene a aportar Libres del Sur en esta disputa electoral de cara a la conformación de las Cámaras en el último tramo de gobierno de Cristina Kirchner?
Daniel Tórtora: Soy parte de la lista de Libres del Sur (va con ese nombre porque es la personería que se presenta) en alianza con el sector del radicalismo enfrentado a Quiroga y conducido por Benitez. Ellos son los que están en el armado del Frente Amplio Progresista (FAP). Formalmente soy candidato a Diputado Nacional en tercer lugar después de Paula Sánchez (LdS) y Vidal (UCR), obviamente desde Libres del Sur.
Respecto a la conformación de las Cámaras, una cosa son las operaciones políticas y otra el termómetro de la calle. Yo sospecho que el kirchenrismo va a quedar en minoría en el Congreso, aunque habrá que ver qué de cierto hay de Massa como un “caballo de Troya”. Si el kirchnerismo saca más del 40% en legislativas (que siempre son más difíciles para los oficialismos) se puede decir que una masa importante del pueblo ratifica este modelo, lo que no me deja de poner en la oposición.
Yo espero que Libres del Sur (dentro del FAP), pueda avanzar hacia un país con menos enfrentamiento, con más acuerdo, obviamente estamos en un momento de crisis de partidos y eso produce alianzas impensadas hace diez años atrás.

CdP: ¿Ud. se imagina un ejercicio político sin enfrentamientos y conflicto político?
DT: Una cosa son conflictos de intereses y otras son provocaciones como por ejemplo decir que mientras se entregaba Repsol nadie decía nada. Esa gran mentira llama al odio, porque hay miles de quejas, desde Pueblos originarios hasta de Derechos Humanos. Es más, Patria Libre estaba en la calle peleando mientras Oscar Parrilli era el vocero de la entrega. Lo triste es que hay una juventud que no vivió esa época y cree que la lucha empezó hace 10 años.
Sobre los conflictos de intereses, creo que siempre va a haber, pero ya no son ideológicos y eso cambió de los últimos 10 años o más, se lavó la política y hoy ves a Mariotto y a Carlotto con Aníbal Fernández y Boudou, o a Tumini y Víctor de Genaro con Prat Gay o Gil Lavedra. Esto no sé si es malo o bueno, pero nos vamos acostumbrando y ya no nos sorprende, entonces ya no es una lucha de ideologías sino de espacios de poder. Fíjese, y seguro que le pasó en algún punto a usted también, yo prediqué por Néstor Kirchner a personas que me miraban raro y que ahora son ultra kirchneristas y me dicen en la calle, “vos me convenciste y ahora te fuiste a la oposición”. Bueno, el corrimiento del dial ideológico permitió este fenómeno político. No sé si es malo o es bueno, vuelvo a decir, pero todo hace ver que vamos en un giro hacia la derecha, primero de este gobierno y después del que venga, porque es lo que está sucediendo. Ojala me equivoque

CdP: ¿Cómo se para Libres del Sur de cara al Gobierno nacional?
DT: Hoy Libres del Sur está básicamente en la oposición del Gobierno Nacional, lo ve agotado y en retroceso hacia su propia base electoral. En lo personal, veo a un gobierno nacional desgastado, que ha creado su propia base y desechado a sectores críticos que no hubiesen sostenido algunas políticas contradictorias, con un discurso difícil de creer ante tanta contradicción, enfrentando a los sectores que hubiesen apoyado un verdadero proyecto de cambio, aunque por otro lado se advierte una oposición que a veces queda mal parada, con chicanas mediocres, basadas en discursos “lanatescos”, que arrastra al confundimiento.

CdP: ¿Cuáles son sus críticas al proceso kirchnerista?
DT: Esta es sin duda "la pregunta" y la respuesta es absolutamente personal.

martes, 30 de julio de 2013

De apuestas, fichas y apostadores



Hagan sus apuestas

Se acerca el cierre de esta primera etapa de la campaña legislativa y al calor de la vehemencia, las descalificaciones, impugnaciones y escraches se nos presenta la necesidad de trazar una primera lectura sobre las puestas que se realizan, las fichas en juego y los apostadores que otean la baraja, con el rabillo del ojo escrutan a sus adversarios y con medias sonrisas buscan seducir al crupier. Quizás como nunca, desde las interpretaciones sobre el kirchnerismo como proceso cultural estructural, el abordaje tiene una necesaria mirada que corta verticalmente los escenarios políticos en los distintos planos territoriales.

Como es la lógica política que ordena las candidaturas en las elecciones de medio término, son los ejecutivos en sus primeras etapas quienes son capaces de definir con verticalidad instrumental la integridad de sus componentes. Si aún se encuentran armando los bloques de poder que sostienen y se sostienen desde sus armados políticos, son capaces de incorporar nuevos actores en esas definiciones. La medida en que se manifiesta la potencia definitoria de los ejecutivos o la apertura que muestran en el afán de cerrar listas que contengan sectores diversos es muestra de la fortaleza o debilidad de los procesos políticos encarnados y conducidos por los respectivos ejecutivos. La lógica indica que en etapas de crecimiento económico, los procesos tienden a la relativa paz social, al equilibrio político, por lo que los ejecutivos tienen mayores chances de imponer sus voluntades en los armados de listas electorales y que si se dan los casos de incorporaciones de actores políticos por fuera de los bloques que lo llevaron al poder esto se da por la expansión de sus bases de sustentación y no porque se encuentren obligados a negociar espacios ante futuros contendientes en el seno de los armados propios. Pero suelen darse, también, dinámicas de apertura hacia otros sectores que no expresan al riñón de la conducción cuando los ejecutivos atraviesan escenarios adversos o se encuentran promediando mandato sin chances de renovar, en lo que vulgarmente se conoce, y reconoce su origen en la política norteamericana, como el “pato rengo”.

Es sabido, entonces, que en los procesos de bonanza los ejecutivos tienden a renovar sus votos de confianza en los electorados, pero no es común que se dé ello cuando los mismos carecen de posibilidad de reelegir. Este límite natural de los procesos desata, como se sabe, las centrífugas fuerzas que pulsan por dirimir las internas de sucesión. Lo cierto es que el escenario actual da cuenta de excepciones que hacen a la regla y contextualiza la potencia de las experiencias de la última década y la productividad política del peronismo kirchnerista. Pero de esto hablaremos más adelante.

En cualquier caso, ante cada escenario electoral podemos observar apuestas, apostadores y simples fichas que colorean el tablero sobre el que otros depositan sus expectativas y, estos, su pellejo. Veamos

De fichas y apostadores

Las hegemonías consolidadas al interior de los distintos armados generan la particularidad de que

domingo, 7 de julio de 2013

La Familia

He aquí la genealogía del poder detrás de ciertas formas parainstitucionales de hacer política en San  Martín de los Andes. Actores noveles que empequeñecen a la antigua y bonachona aristocracia del barrio. Cuáles son sus instituciones, sus operadores, sus integrantes, sus cónclaves, sus objetivos, sus silenciados placeres ideológicos.
El Establishment vernáculo
Hace varias semanas ya, en la columna titulada La co-operación, se puso de manifiesto desde estás páginas que en San Martín de los Andes, como en cada parte de la provincia, las provincias en general y el país, se han consolidado en el tiempo, desde la denominada “patria contratista” para acá, entramados de relaciones sociales, políticas, económicas, sindicales y judiciales que constituyen respectivos bloques sociales de intereses que han sido las cadenas de transmisión operativa de lo que es el neoliberalismo como ejercicio cotidiano de entender la mecánica política y los repartos del poder, sus equilibrios, sus reaseguros, sus pactos tácticos.
Allí se dijo que había en nuestra localidad un subsistema que se percibía atacado por recientes decisiones del actual gobierno municipal, reconfirmadas en aportes del provincial, y que se enmarcaban epocalmente en un contexto histórico nacional que parece hacer eje, cuando no yerra en los recovecos poco claros de la gestión empresarial del rol del Estado, en el aporte a la autogestión social del mejoramiento de la calidad de la infraestructura pública y el financiamiento a emprendimientos productivos de carácter social o asociativo cooperativo, marcando una línea de complemento productivo y de generación de mano de obra paralelo al mercado, aunque sea éste, aún, quien hegemonice la asignación y ejecución del mayor caudal de bienes, sean públicos o privados.
En ese marco se mencionó el hecho de una reunión reservada entre un reducido pero consolidado grupo de actores interesados en torcer el rumbo actual. En aquel entonces estaba en juego el nombramiento del nuevo Contralor municipal y, como se planteara en la columna, el mencionado subsistema ya había definido su candidato: Jorge Fernández, abogado del bloque vecinalista y del empresario Raúl Copetti, este último conocido recaudador de campaña y hoy filántropo del emprendimiento político del concejal Alberto Bruno. En aquella reunión, que este escriba había confirmado a través de tres fuentes (un funcionario judicial de carrera en el Juzgado de Junín de los Andes, un asesor político en el Concejo Deliberante local y un trabajador del gremio de la UOCRA), habían sido de la partida el mencionado Jorge Fernández, el Fiscal de Cámara Fernando Rubio, el Juez de Instrucción penal acusado de violaciones a los Derechos Humanos Jorge Criado, el titular del sindicato local de la UOCRA Guillermo Olarán y un misterioso empresario inmobiliario al que ninguna de las fuentes mencionaba por su nombre. En aquella reunión se habrían acordado los pasos a seguir a fin de dar origen a la denuncia mediática, que tomaría luego su cauce judicial, sobre los contratos y ejecución de obras de remodelación del ex Hotel Sol de los Andes a cargo de la Cooperativa Sarmiento. Según conoce este escriba, el armado de documentación y comunicación habría estado a cargo del titular de UOCRA Guillermo Olarán, quien le habría entregado la “primicia” al periodista José Mozoni, que luego se transformaría en ladero del mismo Olarán en un programa televisivo y del locutor Daniel Belloli, junto a quien tomarían la conducción central de la mañana de FM de La Montaña, de la que oportunamente se había ido el conocido conductor radial Flavio Horacio Correa.
El avance de la agenda de los contertulios fue lento pero tuvo el mencionado golpe inicial que llenó de júbilo sus ambiciosas esperanzas. Luego, como se sabe, tuvo un contundente revés en la intervención provincial para bochar la designación de Jorge Fernández al frente de la Contraloría, quien como se revelara también en la columna La Agenda había sobrevendido su triunfo alardeando ante la misma triunfadora de la compulsa, la actual Contralora municipal Carolina Torres. No viene a cuento mencionar las recriminaciones en sordina que se propinan los integrantes del MPN-MID por aquella decisión, pues bien se dice que no se llora sobre la leche derramada, pero que las hay, las hay, más aún luego del apalenque del “rocinante” Pereyra en el corazón de la seccional Lacar. Al margen de estas digresiones, los cónclaves de la mesa chica continuaron y se develó por fin quién era el desarrollador inmobiliario involucrado y quién el poderoso anfitrión detrás del sostenimiento de ese “armado”. Los nombres no son poca cosa y vienen a dar aire a la hipótesis de máxima detrás del armado de la lista B para las PASO dentro del Movimiento Popular Neuquino. Además, habría sido producto de la alerta encendida por este nuevo establishment de arribistas en la ciudad, que el mismo Gobernador en persona diera la indicación al ex Intendente Sergio Schoro de bajar al territorio y ordenar al, por entonces, bloque propio de concejales, que le bajaran el dedo al abogado de tándem Copetti-Bruno, Jorge Fernández.

La blindada residencia de Copetti en Potrero Alto
En la columna anterior llamada Salpicón se expusieron una serie de hipótesis que pretendían brindar explicaciones acerca de la decisión de la seccional local del MPN de integrar el armado del “rocinante” Pereyra. La más arriesgada de ellas mencionaba una idea que se vincula con los trasfondos de estas reuniones tal como fueran expuestos en la columna La co-operación. Cuando correspondió el análisis del cierre de listas en el MPN, se sostuvo que en la apuesta a todo o nada de Pereyra-Crexel-Saloniti, se escondía la sorda intención del Intendente Quiroga de fracturar el MPN de cara a las elecciones de 2015 para poder organizar su gira al interior con una flota de ambulancias políticas. Cabe aclarar aquí que el concejal Saloniti expresó en privado ante este escriba, oportuno es decir que con

miércoles, 19 de junio de 2013

Salpicón

Las vacaciones han distanciado a este escriba de los jugosos hechos con que nos ha deleitado la política local y provincial estas semanas. No obstante el descanso es un derecho. Va aquí un breve compilado de lecturas sobre las semanas que se fueron.

Sapag y Pereyra en romances de antaño
Boca-River por la Copa

Como quedara graficado en la columna Rocinantes el MPN se presta a una gran contienda que el mismo púgil retador supo conceptuar como un verdadero Boca-River. Es evidente que el resultado deberá clarificar quién oficiará de Boca y disputará la Copa en consecuencia y quien se colocará la banda (roja), morderá el polvo y trajinará entre maldiciones los enripiados campos del descenso.

Lo cierto es que por la cordillera campeo el rocinante Pereyra y sedujo a una seccional Lacar que desespera por padrino. En ancas, como si fuera una reina codiciada, la ex candidata a Intendenta Lucila Crexell paseo su apellido como si tal cosa amedrentara al actual gobernador de la Provincia.

Hace ya tiempo, en la columna titulada Largaron, este escriba postuló y erró que la entonces candidata, heredera del lucismo, parecía dar el paso hacia las filas del Intendente Quiroga, quién no sólo buscaba una pata fuerte dentro del MPN local sino que a su vez procuraba propiciar la ruptura definitiva del núcleo duro del MPN que le había permitido obtener en su peor desempeño un piso notable de 30 puntos porcentuales.

No hay analista, político, periodista que no entienda el salto de la seccional local del MPN como un arriesgado paso al vacío. Eso mismo entienden en torno al gobernador. Fue él mismo en el acto de lanzamiento de su lista en el Espacio Duam de la capital provincial quien se encargó de remarcar las ausencias y predecir para los fugitivos un duro invierno de cara al perfil que adoptará el MPN cuando, más tarde o más temprano, la suerte del kirchnerismo implique inevitables definiciones y, por qué no, redireccionamientos. San Martín fue uno de sus blancos. Lo fue seguramente porque allí tuvo eco la presencia del rocinante petrolero, porque allí conserva el jefe partidario su domicilio de origen y donde deberá votar, donde hará campaña alejado de los representantes institucionales del partido (concejales, dirigentes de la seccional) y porque conserva el dolor de la derrota hacen justo esta semana dos años para la elección local y provincial, el ceniciento 12 de junio de 2011. Pero también porque de allí son oriundos un nutrido grupo de cuadros medios del organigrama político provincial, que supieron ranquear alto en el territorio en tiempos de su difunta hermana y que ante la llegada triunfal de los jóvenes Lucila y Carlos (y Guillermo, ejem…) dieron el portazo en la seccional y tantearon picaportes en todos los ministerios.

Pereyra y Crexell en el lanzamiento de la lista
También hay quienes dicen que la jugada salió mal pero que ya no había retorno. Recordemos que cuando este escriba perfiló las líneas del editorial que abordaba el presunto pase de Lucila al quiroguismo (Largaron), salía por los medios el edil Saloniti a tender paños fríos, evitando la confrontación pero dejando en claro que los vínculos estaban dañados, que el silencio era más que de radio. Quienes sostienen esto arriesgan que la jugada de Saloniti pretendía ofrecerse a sí mismo, siendo cabeza de una seccional importante, como segundo candidato a Senador detrás de Pereyra, o eventual candidato a Diputado, y que cuando se estaba por rubricar el acuerdo llegó Lucila portando el gen Sapag con que soñaba el petrolero y que sin chistar enviaría a Saloniti a su banca de ponderosa en Pérez y Roca. Ya estaba jugado, no había retorno, era mejor cortar la torta sonriente y lamentarse en el diván.

Saloniti y Crexell festejando los 52 años del MPN
Pero hay una hipótesis que es francamente llamativa porque contiene una porción de realidad y mucha de apasionada lectura a lo Francesco Giucciardini. En este tramo, la inspiración del realismo criminal de quien supo doblar en pragmatismo al mismísimo Nicolás Maquiavelo, sugiere que si Quiroga se propone realmente quebrar la unidad del MPN como estrategia inevitable para poder penetrar no sólo sus territorios políticos sino los mismísimos imaginarios colectivos del ser neuquino, que se confunden vagamente en las prácticas del partido provincial, debe llevar el escenario a un punto de no retorno. En esa línea puede entenderse la jugada final de Pereyra y, a través de este de Lucila, Carlos (y Horacio), como la intención de asestar el golpe que desmiembre los pocos tejidos óseos de una estructura cincuentenaria que luce ciertamente descalcificada. En este esquema, es claro que la derrota para Saloniti y Lucila, maltratados por el Gobernador como se expusiera aquí en innumerables columnas, plantea un punto de no retorno. Al respecto fue sintomática la presencia de Cristina Frugoni y Raúl Pont Lezica en el Espacio Duam

jueves, 16 de mayo de 2013

La Agenda

Foto: Mario Ptasik/Desdeelsur noticias

El jueves pasado, horas antes de que el nuevo presidente venezolano Nicolás Maduro llegara a Brasilia como tercera escala de su gira por el Mercosur, el diario O`Globo (principal ariete del multimedios más poderoso del Brasil), saludaba su llegada con una recomendación política a la administración petista y una advertencia al sentido común extendido de los sectores medios. El editorial central del medio brasilero pretendía poner en boca de la Presidente de Brasil  las líneas argumentales que escenifiquen la confrontación entre supuestos modelos políticos, sociales y económicos atravesando el continente. Citó palabras de Dilma Roussef al momento de su asunción cuando habría dicho que prefería “o barullo da imprensa livre ao silencio das ditaduras”, para graficar que su oyente (Maduro) avanzaba en un proceso dictatorial que se reflejaba en el negativo del Brasil a quien veía como “uma democracia forte, em que a imprensa exerce seu papel de vigilancia”. Si, escribió vigilancia. Es que este es el sustantivo punitivo con que algunos medios de prensa entienden que cumplen su función social en las apolíticas y ahistóricas sociedades posmodernas.

Es claro que el periodismo es primo hermano de la política, vale recordar que el primer medio de prensa que se imprimió en la América revolucionada de 1810 fue “La Gaceta de Buenos Aires”, pergeñada por el brillante secretario de la Primera Junta, el jacobino Mariano Moreno, quien también había traducido y prologado la primera edición castellana de la célebre obra “El contrato social” del también célebre filósofo ginebrino Jean Jacques Rousseau. Pero entre el periodismo y sobre los medios hay quienes no sólo disputan el imaginario social sino que, sobretodo, hacen política. En el plano continental hay quienes entienden su rol como eslabón en la lucha simbólica por detener el avance en clave popular que recorre la región latinoamericana. Y en el plano local, tal como expusiéramos en la columna “La co-operación”, algunos son vehículos de pequeñas intrigas políticas, otros pretenden intimidar a actores ocasionales y los menos, aunque los hay, son portavoces de intereses económicos que se hayan fuertemente contrariados ideológicamente con la cultura de época. Véamos.

El apriete mediático

El martes pasado tuvo su cenit la más bizarra y perversa desnudez del subsistema político-mediático local. En el programa “Dos tipos incómodos”, conducido por un jóven y ambicioso periodista roquence con legajo, junto a un jubilado comisario devenido en sindicalista con prontuario, tuvo lugar una apretada inaudita en etapas secuenciadas. Relatemos su origen.

jueves, 25 de abril de 2013

La Protesta

Foto: La Voz de los Andes

El último jueves, el país se convirtió en escenario. Pulularon a lo largo y ancho del territorio una multitud de marchas donde ciudadanos descontentos, enojados, perturbados y asustados por las políticas nacionales del kirchnerismo slieron a manifestarse.

Ordenar la multiplicidad de imágenes que recreó ese acto es de notoria dificultad, no obstante, puede constituir, paradójicamente, una celebración de la política.

Legitimidad e ilegitimidad en la historia

Los debates historiográficos disienten sobre cuál fue el origen de la institucionalidad argentina: la corriente denominada liberal u “oficial” que abreva en los postulados fundantes de Bartolomé Mitre, indican su hito entre Caceros y Pavón y reconocen en la sucesión Mitre-Sarmiento-Avellaneda la solidificación de ese mandato ilustrado que militaban en la guerra y en la paz los notables de finales del siglo XIX. Por otra parte están los denominados revisionistas históricos que entienden que en el férreo ejercicio del poder en manos de Rosas y su negativa a la institucionalización nacional antes de la de las provincias, hay un paso previo que está reconocido en el principio constitucional de que las provincias son anteriores a la nación.

En cualquier caso, el triunfo del Ejército Grande institucionalizó la historiografía y de lo que se trata, finalmente, es de lecturas y no de verdades.

Los notables, patricios que escribieron la historia de los padres de la patria, construyeron un país, una razón y una verdad. La vehemencia de su éxito en primera persona los hizo subestimar los desafíos, aunque tampoco puede achacárseles las prácticas fraudulentas ya que para la época el sufragio universal era un exotismo aún en las sociedades europeas más avanzadas. En los debates democratizadores en torno al Centenario, Eduardo Wilde, quien fuera Ministro del gobierno de Roca, llegó incluso al límite de sostener que “el sufragio universal sería el triunfo de la ignorancia universal”.

No obstante la obcecada ceguera de algunos notables de entonces, los sectores más lúcidos, quizás temerosos de que su porfía desencadene revolucionariamente como el México de Porfirio Díaz, aprobaron la denominada Ley Sáenz Peña. A partir de ese instrumento cambió la suerte de unos y otros. Nuestra oligarquía, compuesta por fisiócratas trasnochados en plena era industrial que fundaban su hegemonía en el casamiento entre el poder político y el económico que hundía sus raíces en la pampa húmeda, se quedó sin el monopolio del instrumentos del poder formal del Estado, y quienes hasta ayer deslegitimaban su régimen vieron cómo su causa se institucionalizaba.

La Protesta, La Vanguardia, “la causa” y “el régimen”

Mientras la oligarquía detentó a fraude, sangre y fuego el poder del Estado surgió ante ella un conjunto heterogéneo de impugnadores. Las razones y suerte de cada uno acercan luz sobre las lógicas políticas que nos interpelan en estos días.

La Protesta fue el órgano periodístico del Anarquismo que se hacía fuerte en aquellos tiempos de idealismos absolutos y oposiciones sistémicas al régimen capitalista. Las características de su impugnación eran diferentes al resto de las de su época, el anarquismo renegaba de las instancias orgánicas, profesaba ideales igualitarios sin conducción política, con una guerra sin cuartel al capitalismo y la explotación de los hombres, que en aquellos tiempos no contemplaba dudas humanitarias. Como sabemos, en aquellos tiempos el capitalismo y la democracia avanzaron cada vez más desde la desregulación hacia la regulación, del laizzes faire al concilio del capital y el trabajo. Ese tránsito de organicidad, de institucionalización consensuada del conflicto social y económico, terminó de enterrar la viabilidad de la protesta sistémica pero inorgánica, la acción directa perdió margen frente a un sistema reformado que incluía al otro dentro de su escenario y el anarquismo perdió la batalla con la política.

Frente a esta experiencia crecía, también por izquierda, La Vanguardia, como órgano oficial del Partido Socialista. Si bien los objetivos de largo plazo podían trazar vínculos programáticos entre ambos movimientos izquierdistas, era radicalmente opuesta la actitud frente a la organización social y política y la voluntad de construcción de proyectos mayoritarios con capacidad de gobierno. La idea de vanguardia, cara a la visión iluminista que los socialistas de entonces compartían con los notables de la oligarquía, colisionaba con la visión anárquica que renegaba de la idea de conducción. En esta línea, no es extraño que a la luz de lo planteado en el párrafo anterior acerca del derrotero de la política en la primera mitad del siglo XX, los socialistas hayan crecido en representatividad en detrimento de los anarquistas. Cuando la política es consecuencia de la democratización su capacidad disruptiva se institucionaliza y poco margen queda para las mecánicas destituyentes (aunque esto no siempre quiera decir golpe de Estado, es claro).

Las lecturas clasistas derivadas de teorías sociales y económicas no tuvieron predicamento extensivo en la cultura política nacional. Sí tuvo ese predicamento un discurso novedoso de la época que articulaba con retórica vaga un conjunto de demandas heterogéneas. Al radicalismo no lo guiaba una confrontación en el plano teórico sino una confrontación a un proyecto político hegemónico en manos de la oligarquía. Alem e Yrigoyen, que habían declarado la revolución reiteradas veces al régimen oligárquico, nunca hablaron de socialismo ni de lucha de clases, vinculaban su revuelta a la demanda de institucionalización, sintetizaban en “la causa nacional” las aspiraciones genéricas de la clase media urbana y rural que cosechaba los beneficios subsidiarios del modelo agroexportador pero demandaba democratización política. Este tipo de discurso sería luego catalogado, a izquierda y derecha, de populista, por la amplitud del bloque social al que aspiraba representar y el escaso apego a los cánones de lectura política vinculados a la teoría liberal que trazaba el quiebre en la idea de partido de intereses.

Estos son claros ejemplos del modo como la institucionalización de los conflictos sociales, políticos y económicos en torno a la construcción de mayorías capaces de conducir procesos de transformación (independientemente de sus lineamientos) venció a las lógicas inorgánicas, o que predicaban una ontología del superior interés del individuo antes de su constitución como cuerpo social.

Sólo hubo, si, triunfos coyunturales, relativos y hasta estructurales de las lógicas destituyentes cuando su organicidad estuvo dada por su pertenencia fáctica a los sectores del poder económico concentrado, el equivalente actual a la vieja oligarquía. Recordemos que ante el surgimiento de los dos grandes movimientos políticos que impulsaron la constitución de bloques sociales promotores de proyectos colectivos amplios y policlasistas con ejes en sectores medios y bajos, dejaron prácticamente excluidos de la representatividad orgánica a los sectores dominantes de la economía nacional. La tradicional oligarquía agroganadera no pudo trascender su hegemonía luego de la Ley Sáenz Peña y tampoco lo logró cuando el peronismo vehiculizó las conquistas sociales subordinando intereses patronales a un proyecto de desarrollo estructurado desde el Estado. No quedó opción a los sectores dominantes que promover la representación de sus intereses a través de lo que se denominó el partido militar. Una y otra vez, ante radicales y peronistas, la carencia fundacional de las clases dominantes vernáculas para constituir herramientas electorales con capacidad para la competencia electoral derivó en movimientos desestabilizadores y, finalmente, golpes de Estado.

Variaciones sobre la coyuntura: de cómo la virtud es un déficit

Antes de proseguir, vale aclarar que pese a desvaríos destemplados, nada de lo acontecido en las calles del país sugiere la existencia extendida de voluntades golpistas. Distinto es decir destituyentes. Veamos.

Tal como mencionáramos, la protesta era el nombre que se daban a sí los anarquistas, que servía como síntesis de una forma de concebir y delinear los fines de una determinada lucha política. Pero también la experiencia enseña que la descomposición de los lazos sociales, que dan sentido e identidad a las manifestaciones políticas, es lo que permite que su lógica destituyente de declamación de males, ausencias y carencias sin correlato de organización, sirva como herramienta de debilitamiento de la institucionalidad que se pregona defender, ante el avance de poderes contramayoritarios anclados en algunos actores económicos.

El elogio de la espontaneidad, de la inorganicidad, de la falta de pertenencia, de la autoconvocatoria y de la apoliticidad, forman parte del conjunto de lugares comunes del discurso convocante que implican, en los ideales neoliberales que aún hegemonizan la cultura posmoderna, un capital de crítica frente al resultado del ejercicio político partidario. No obstante, en ese elogio hay buena parte de las carencias programáticas o proyectivas de lo y los allí manifestados. La negación de las formas de organización que son capaces de estructurar proyectos colectivos que den sentido y canalicen las demandas heterogéneas planteadas, sólo tienden a consolidar la dinámica destituyente que caracteriza a toda protesta inorgánica.

Lo esperable de aquí al futuro es que ese conjunto de demandas y demandantes transformen su protesta destituyente en una organización que sea competitiva electoralmente, que organice la priorización de sus objetivos y los pueda vincular a la construcción de un bloque social que, para ser mayoritario, deberá fundirse en otros sectores y perder la homogeneidad mostrada en cámara y también visible en la plaza de nuestra localidad.

El 18-A en la Plaza San Martín

El “antikirchnerismo” explícito de los últimos días tiene, además de la multiplicidad de demandas heterogéneas difíciles de conjugar en un proyecto, distintos sectores ideológicos involucrados en su escenificación, aunque una pertenencia común a la clase media. Como sabemos, los hay ideológicamente antiperonistas, en mucha menor medida peronistas antikirchneristas y luego sectores que encuentran insatisfacción en fondos y formas que promueve el actual gobierno.

Lo que es claro es que es muy difícil, si no caprichoso, intentar trasladar las razones de la manifestación del jueves a una Plaza San Martín de cara al edificio municipal. En ese sentido, la presencia repentina de dirigentes políticos locales en la plaza da cuenta de una voluntad figurativa que es en sí objetada hasta por los mismos “autoconvocados”. Caminar entre los manifestantes y encontrar allí al concejal vecinalista Alberto Bruno, quien hasta hace semanas atrás reivindicaba políticas nacionales, proponía nombrar Néstor Kirchner a la avenida costanera y lanzaba encendidas loas al extinto presidente venezolano Hugo Chávez, buscando la complacencia y complicidad de notables asistentes de la aristocracia del barrio, no puede sino desprestigiar el sentido profundo de la política y dificultar aún más la organización de la heterogeneidad inorgánica de la protesta. Sólo en el caso en que el escenario local avanzara, improbablemente, hacia una lógica de diferenciación confrontativa a imagen de la escena nacional, un emergente como el vecinalista Bruno podría cosechar de las migajas extremas de esa furia. El mencionado referente, sostiene este escriba, es incapaz para erigirse como representante de esa amplia gama de sectores y los contenidos que expresan sus enojos. Trazar las líneas que hilvanen esa heterogeneidad es delinear un proyecto político que institucionalice las demandas, y el concejal Bruno, por su discurso, por su impronta, por su ideología y sus prácticas políticas carece de esa capacidad y sólo podría ser declamador encendido y ocasional de la persistencia inorgánica de la mecánica destituyente.

Frente a este escenario, los proyectos políticos serios que se disputan cierta hegemonía en la localidad (fue dicho en la columna Las herramientas y la hegemonía) son el MPN y el Acuerdo Político, y tienen por delante la construcción de la recomposición de los vínculos políticos con los sectores que expresan inorgánicamente sus demandas. Entiende este escriba que los allí expresados tienen más chances de verse representados por el MPN y Nuevo Compromiso Neuquino (si se cerrara el armado con Querejeta en la localidad) que por el Acuerdo Político, pero de la seriedad de los proyectos y de su perspectiva como eficaces herramientas de vehiculización de las demandas también es que se construye la voluntad de sufragio y no exclusivamente a partir de preceptos ideológicos.  Es por esto que tensar la ideologización de la lectura sólo contribuye a abroquelar a estos sectores en un antagonismo irreductible contra las estructuras políticas institucionalistas, arrojándolos en manos de discursos incendiarios. En esa frialdad está la clave para desactivar y canalizar positivamente (independientemente del proyecto que lo haga, y seguro será más de uno lógicamente) el potencial destituyente que alberga la consolidación de una fragmentación extremada que, intuye este escriba, no contiene más razones concretas que aún vagas apelaciones simbólicas.

Sólo excede el marco de representación de estas ofertas un pequeñísimo grupo que plantea recursos extremos, aquellos herederos ideológicos de los sectores dominantes que desde la institucionalización de principios de siglo pasado en adelante quedaron por fuera de las estructuras de representación política mayoritarias y por ende buscaron institucionalizar sus demandas a través de los recurrentes golpes de Estado. Es saludable constatar hoy la marginalidad de esas lógicas.

La paradoja

Finalmente, la paradoja marca que los demandantes que reniegan de la cultura populista que abriga el proyecto kirchnerista en su ADN de construcción política, expresan un conjunto de demandas heterogéneas y una fundamental vinculada a la “unidad opositora” que constituye en sí mismo todo un programa populista. Es interesante puesto que la razón de la política, tan denostada en la protesta, consiste en dar solución a la evidente contradicción entre la búsqueda de la razón pura (idealismo) y la búsqueda de la razón práctica (pragmatismo). En este sentido, a más de lo mejor o peor posicionado de cada sector frente a la consolidación de este emergente, por la comprensión de la lógica que implica, el kichnerismo sigue siendo la estructura política más capacitada para institucionalizar el desorden destituyente. Vale como ejemplo el salto del 31% al 54% que dio entre 2009 y 2011. Importa remarcar, en sólo dos años.

De la inteligencia del actual gobierno en eludir cualquier tipo de confrontación con la vaguedad conceptual de los protestantes (ya que la autoconvocatoria no reconoce aún dirigencia), habrá muchas de las chances de recomponer los vínculos que incorporen a porciones de esos sectores al bloque social heterogéneo que debe sostener cualquier proyecto que busque consolidar una hegemonía político cultural extendida en el tiempo. 

Emilio R.

sábado, 20 de abril de 2013

Largaron


Hace unas semanas los que ayer se mostraron como caras de una irreconciliable moneda supieron generar la noticia de que en un futuro no muy lejano los azares de la política podrían volver a mostrarlos, pero juntos. Ambos casos son paradigmáticos: nacieron como sujetos públicos (léase no necesariamente políticos) como derivados de la política hecha durante décadas por el MPN, y pretenden emerger definitivamente como sujetos políticos con responsabilidad representativa tras la lectura de un inevitable final del mencionado partido provincial.

Las historias previas

Como gusta decir al empresario corralonero de la localidad, es un hombre que se hizo de abajo, que nació en la pobreza y que supo amasar una fortuna al calor de los buenos vínculos con el Estado y los favores fiscales que sabían otorgar los gobiernos emepenistas para que surgieran de la nada quienes estaban llamados a ser los actores económicos regionales que por dependencia originaria responderían culturalmente al MPN. Serían, en términos del peronismo primitivo, en el que se reconoce el MPN, parte de la burguesía nacional del pago chico, que aquí sería la burguesía del “Neuquén país, país”.

Cuando empezó a elucubrar su posibilidad de mostrarse en política lo hizo de la mano de su vínculo a una comunidad eclesial evangélica de la que aprendió unas formas, un anclaje popular y un discurso que supo conjugar con mayor sensibilidad social al self made man con la gracia divina que de los anglicanos para acá se encontraron para santificar el matrimonio del evangelio y el capitalismo en el mundo occidental. Hombre campechano y de formas sencillas, que como buen emergente de una derecha prolija pos noventismo, sale al ruedo con un discurso en torno al buen hacer, al concilio (no el Vaticano II, claro está), a la comunión, que es toda una crítica que desde el lugar común que habita buena parte de nuestra clase media se le hace al proceso kirchnerista, a quien se le adjudica ser cultor de escenarios binarios que explicitan en actores de peso relativo los conflictos en los que se juega la sociedad.

En este sentido es claro que el empresario tiene en sí mismo un muy buen hándicap de cara a una sociedad sanmartinense a la que no la conflictúan demandas extremas (salvo la vivienda que comprende a minorías intensas por la gravedad estructural del problema) sino que (como tuvo claro siempre el MPN) requiere que el buen pasar que se adjudica sólo a sí, se corresponda con un Estado que alumbre, limpie y barra allí por donde ella transita. Tal es así que en sus escasas y concisas intervenciones no ahonda de modo estructural en las raíces de los problemas colectivos locales sino en las formas en como desean amplios sectores que sean canalizados dichos problemas. No puede ser esta, claro está, la columna que verse sobre la dificultad irresoluble que hay para la conciliación de formas aceptadas extendidamente y la escenificación conflictual que demanda la explicitación real de los problemas colectivos si es que estos desean ser atacados, por la sencilla razón de que nadie desea ver afectados alegremente sus intereses, y el que no llora no mama.

El caso de la jovial Lucila (no es un desliz descalificador en estas líneas sino un atributo que contiene hasta un potencial político en la posmodernidad reinante) es diferente, y entiende este escriba que constituye un error originario en su “carrera” política. Aunque la derrota en un escenario coyuntural inmejorable (por lo sucesorio, no por la agresiva interna) la dejaba marcada malamente de cara al futuro, se adelanta en exceso en saltar de las filas a las que pertenece por transmisión filial. El MPN no está muerto aunque deambule mal herido y sin rumbo por toda la provincia. Fue dicho insistentemente en estas columnas: constituye la cultura misma de la provincia y eso es un más que rico capital originario.

El Partido Conservador

El derrotero de los dos aspirantes políticos en cuestión es muestra del tamaño de su ambición, ingrediente fundamental y lógica del quehacer y la disputa política, pero más aún de una lectura de época del pago chico y de los cambios generales que se están produciendo en la provincia. Cabe destacar que fue dicho en este espacio desde la columna “Cancha Rayada” que los armados de 2015 en la localidad vendrían como resultado del armado provincial que impondría orgánica a un conjunto de emergentes personalísimos de la política, como los aquí analizados.

Es indudable que por pertenencia ideológica y afinidad partidario cultural, ambos entendían que el espacio natural para lograr ser los actores políticos relevantes era el MPN. Es lógico también porque ambos parecieran tener una carencia originaria que es la formación intelectual e ideológica capaz de poner en crisis las razones de ser lo que es en este presente el referido partido (al menos nunca esbozaron una lectura sesuda y punzante sobre el cincuentenario partido). Cuando aquí en este espacio mencionamos al MPN como un partido “popular conservador” (columna “Las herramientas y la hegemonía”) entendíamos que tal era así puesto que era representante de una estructura que si bien supo contener en su seno las voluntades de concepción y formación institucional y política de la provincia con una notable voluntad progresista en comparación a otras experiencias provincianas, también hoy conserva el sitial sin esbozar ninguna línea donde se advierta una voluntad de revisión de sus conceptos fundantes y apela a lo sumo a la perpetuación en el ejercicio del poder ligado a la disposición de un volumen de recursos por habitante que lo ha obligado a trastocar su matriz de provincia energética por otra donde la lógica del empleo público absorbe la gran masa de recursos presupuestarios.

Ambos jugadores decidieron saltar el cerco y lo saltaron al sector que mejor expresa su visión política, que no es en función de un proyecto de reforma sino de uno de poder, que se resume en detentar el control de la herramienta y practicar con ella aquello que facilite la continuidad de modelos en la provincia. No es casualidad entonces que los dos se encuentren nuevamente en las filas del Intendente de la ciudad de Neuquén, quien pródigo en el manejo multimediático despliega un arsenal de lugares comunes que bien dicta el marketing político y se presenta como una opción moderna contra el estancamiento del MPN, pero que reproduce a pie juntillas los esquemas conservadores del otro, incluso con notables dosis de expresiones reaccionarias que emularían exclusivamente al sector sobischista del MPN.

Las derrotas de ambos les hizo pensar inmediatamente que su carrera política estaba destinada al fracaso de continuar dentro de las estructuras a las que pertenecían. Para Querejeta haber perdido la interna con Lucila Crexell, joven, linda y heredera política de Luz Sapag, significaba que iba a envejecer mirando pasar las chances de la Intendencia. Nunca más, poder en mano, quien fuera impugnada por el empresario le ofrecería acercarse a su sector para disputar el sillón de la torre del reloj. En el caso de Lucila, la derrota en su primera experiencia fruto de un mal gobierno del MPN que llevó a elecciones un partido excesivamente fragmentado en la localidad, la alejaría definitivamente de las chances internas, ya que seguramente todos querrían cobrarse las deudas originadas en una etapa de crisis.

En ambos casos, sus primeras derrotas en sus primeros intentos los catapultó fuera de sus estructuras tradicionales. Disímil es el origen y resultado de la reflexión que las motiva. Lucila perdió en la general y obtuvo la menor marca del MPN en San Martín desde el retorno de la democracia y consolidó con su voluntad de heredera natural una división irreconciliable en el seno de su partido, por lo que la decisión del salto no es del todo desacertada aunque sí de audacia extrema. En el caso del empresario local, su resolución es muestra de su relación con la política. Se acercó a estas andanzas de la mano del otrora todopoderoso Jorge Omar Sobisch cuando se perfilaba a disputarle al actual gobernador la jefatura máxima del partido provincial. Allí, en sus recorridas regionales, el procesado ex gobernador se reunía con Juan Carlos Querejeta a quien tentaba como la cara visible y lavada de su proyecto provincial. Fue entonces, en esos encuentros, en los que el hoy quiroguista se ilusionaba con ser algún día el heredero local del matrimonio cultural cementado en el tiempo entre el partido provincial y el poder económico local, concentrado en el sector turístico y en los derivados inmobiliarios de su exponencial crecimiento a principios del nuevo milenio. Participó una vez de las internas y fracasó. No se tomó tiempo alguno para analizar el contexto que dejaba esa interna y precipitó su decisión de alejarse del partido provincial antes de la resolución de la elección general. Entendió que sucedería aquello que expresamos más arriba con un triunfo de Crexell y que su final político estaría en la permanencia partidaria. Así fue que velozmente ensayó un discurso sobre lo avejentado y falto de esencia que se encontraría el MPN y dobló a la derecha.

Los cálculos del Pechi

Sin duda Quiroga aparece como el armador y armado más interesante de los últimos tiempos en la política neuquina. Suena raro pero le crece al partido provincial una oposición que se presenta decidida como futuro recambio de si mismo, por su derecha. También tuvo su pasado vistiendo distintas camisetas de acuerdo al tiempo histórico. Hasta supo conformar fórmula con el kirchnerismo y desempeñarse en Cancillería puesto en ese lugar por Julio Cobos.

Más tarde y más cerca, volvió silbando bajito y dio el golpe en Neuquén. Casi sin asumir ya toreaba a Sapag de cara a las provinciales de 2015. El escenario de Pechi es inmejorable pero también difícil. Juega virtualmente sólo, el MPN no tiene candidato de cara a 2015.

Lo cierto es que el MPN ha perdido todas las ciudades de importancia de la provincia (Neuquén, Plottier, San Martín, Cutral Có, Zapala, Centenario y otras) pero no hay hasta el momento quien capitalice esa capacidad dispersa de las oposiciones territoriales al poder provincial de dejar en evidencia las falencias del modelo emepenista para atender con solvencia a los problemas de cada localidad. Pechi está decidido a buscar ese capital que boya.

En San Martín tiene una ventaja y una debilidad en su estrategia. Es esta localidad más inclinada a derecha que a izquierda, donde siempre han triunfado con mayor holgura los proyectos más conservadores y nunca han hecho buen pie aquellos con voluntades reformistas. Por esto, y siendo que Quiroga orienta su línea de trabajo discursivo hacia esa franja, pensar en el tándem Querejeta-Crexell (independientemente de los cargos a los que aspiren) suena inteligente. El objetivo, ya que claramente va a disputar el electorado de centro derecha que detenta el partido provincial en conjunto con el naciente vecinalismo, parece ser partir definitivamente al MPN que en la localidad muestra una fragmentación muy fuerte. Llevarse la mejor cara que tenía el futuro del MPN (Querejeta) junto con la última que tuvo (Crexell) que además era heredera de Luz Sapag. No obstante, la jugada pareciera no conocer el territorio sobre el que opera. La joven Lucila (aún heredera de Luz) no era una figura querida ni bien vista al interior del partido, no le reconocían militancia quienes (dirigentes y punteros) trillaban barrios en campaña y luego de ellas y no tenía el acompañamiento de figuras con historia que incluso habían formado parte del núcleo de la fallecida Luz. Era más bien vista como advenediza (incluso impugnada por el mismo Querejeta) rodeada de un grupo de jóvenes venido de afuera que “desconocían San Martín”

Hipótesis sobre un escenario futuro

Visto así, la jugada del Pechi en ir consolidando un armado con estas características y estos actores nos marca algunas puntas. Primero una caracterización del electorado local y al que aspira conquistar. Lo dijimos más arriba, esta localidad tiene una tendencia más hacia lo conservador que hacia lo reformista y el armado que perfila Quiroga apunta claramente a consolidarse en ese espacio, siendo que carece de absoluta presencia en el territorio del lado de su cuna radical. Lógico sería no obstante, intentar crecer hacia la centroizquierda siendo que la derecha le es propia. En eso va la decisión de Querejeta en lugar de Bruno (que tiene ya un capital acumulado) quien representaría una consolidación a derecha que en la figura de Querejeta podría arroparse sin demasiado esfuerzo en un discurso hacia lo socialdemócrata, que sabemos, consuela las angustias de la clase media progresista que reniega de sí y se disputa en su fuero íntimo entre lo liberal y lo conservador.

Entiende Quiroga que debe quedarse con parte del MPN para romperlo definitivamente y ganar su electorado, y que tampoco Bruno sería la mejor carta de presentación. Pero adolece esta estrategia de comprender tres elementos que no serán convidados de piedra en la cena del Pechi. Por muy fragmentado y en crisis que esté el MPN nunca podrá aceptar su militancia, extendida y arraigada entre el territorio y el Estado, ser colectora de proyecto alguno. En esa misma línea, una fracción del peronismo más conservador y en proceso de diferenciación creciente respecto del kirchnerismo hegemonizante, será sin duda parte de la oferta electoral y en ningún caso aceptará tampoco ser colectora de Quiroga. Si podrá serlo de quien, a su vez, puede ser colectora de cualquiera de los otros tres (sea MPN, Quiroga o PJ conservador), y es el vecinalismo del señor Bruno. Sólo le quedará a Quiroga de la mano de Querejete, entonces, la posibilidad de sumar al concejal Bruno, porque los tres responden a una lógica política similar propia de esta etapa de la política que es la construcción de representatividad política a partir de la construcción de una figura pública fuerte que sustituye la existencia del proyecto, las ideas, la estructura de alianzas. Se repite entonces, Pechi tiene en su lógica su fortaleza y su debilidad: disputa con un candidato moderado la representación de una derecha consolidada culturalmente que no se dejará morir.

Frente a este cónclave de cardenales en la Curía, se encuentra el Acuerdo Político. Su perspectiva debe de ser tranquilizadora en tanto se confirme y consolide el escenario antes descripto, ya que quedaría prácticamente sólo representando a la minoritaria franja de centroizquierda de la localidad. Si se confirma Querejeta disputándole su electorado al MPN y la crisis de sucesión kirchnerista profundiza el flujo centrípeto de Obeid y Bruno por diferenciarse del peronismo en fase k, sólo restaría que se consolide el sector de Fernández dentro del PJ para garantizar una llegada con chances de cara a 2015. Quizás la única luz de alarma del Acuerdo Político de aquí en más sería buscar limar las asperezas que se han explicitado en este último tiempo con algunos sectores del escindido Libres del Sur. Seguramente, aunque se desconozca la magnitud de ese desmembramiento, será más difícil para el Acuerdo sostener su desgaste de gestión si a la disputa ideológica que le ofrece una derecha dura pero fragmentada, le suma torpemente un sector por izquierda que no encuentra dificultad a la hora de señalarle flancos débiles a este gobierno, y encuentra oxígeno mediático para hacerlo con margen para capitalizar los lógicos descontentos que conlleva el gobernar. 


Emilio R.

lunes, 8 de abril de 2013

¿Semanita de tregua?


La semana que se va fue productiva en innumerables aspectos. El Gobierno pareció despertar y acudió a la toma a relevar el estado de las familias que la ocupan. No descubrió nada nuevo puesto que no iba con expectativas de encontrar nada, si obtuvo algunas ganancias hoy coyunturales que se pueden consolidar en estructurales.

El apriete táctico

El Gobierno fue más rápido de reflejos que en la mayoría de sus intervenciones anteriores. Velozmente estructuró un discurso que explicara los sucesos, asignó responsabilidades y delineó una argumentación política lógica para sostener su postura frente a las tomas y la asignación de tierra y viviendas. Si bien no logró llevar hacia ese molino las aguas de la oposición política, a fin de la semana que se va vertebró una red de la que fue imposible que los actores de la oposición se desenreden. Una reunión extensa en el despacho del Intendente, pases de factura que se filtraron a la prensa y la inevitable expresión del pleno de los concejales acerca de que no comparten la metodología de la toma de tierras pero reconocen que ello es fruto de la falta de una política de Estado en tema de viviendas que trascienda a los gobiernos.

A pesar de este escenario corto donde el Gobierno parece bien posicionado, el Ejecutivo padece un mal endémico, estructural, que es su letanía a la hora de tomar las decisiones. Parece no comprender que no tiene frente suyo a una oposición estructurada detrás de un proyecto político compacto y uniforme (más bien abundan los microemprendimientos que pisan sobre los mismos universos electorales, pero este será objeto del análisis de la próxima semana). De este modo, parece avanzar esperando el acompañamiento conceptual de la oposición política, pese a que este escriba entiende que se recorta claro sobre el mapa político un quiebre donde los actores que adversan al actual gobierno están dispuestos a restarle cuanta legitimidad puedan y empujarlo, si es necesario, a abismos recurrentes que debiliten aún más la imagen del gobierno de cara a la ciudadanía, tal lo expuesto en la anterior columna “La conspiración”.

No obstante esta apreciación que hace al cuadro de largo plazo, la táctica semanal, vuelve a reconocerse, fue fructífera para el Gobierno que habiéndolo intentado la semana anterior a través de sus concejales, sólo consiguió el acompañamiento del pleno del cuerpo deliberativo cuando ofreció una reunión exclusiva con el jefe comunal, pero de la que salió fortalecido no como Gobierno sino como discurso de cara a la sociedad. Es de importancia esbozar esta diferenciación ya que una cosa es el discurso que debe sostener el Gobierno hacia afuera en la necesidad de fortalecer su postura contraria a las tomas en línea con la percepción general y otra muy distinta es la realidad del Gobierno en sí de cara a este desafío brutal que debe afrontar y al que no le hacen mella declaraciones, posturas, gestos, definiciones.

El Coronel no tiene quien le escriba

También fue veloz en tomar los indicios como parte de su discurso. El pleno de los vecinos de la toma frente a la primera avanzada política del Ejecutivo reconocieron el accionar cómplice del Teniente Coronel Rodríguez Espada en la reubicación de la toma y en el impulso a su crecimiento desmesurado, lo vociferaron por la mayoría de las radios locales y hasta lo dijeron en vivo frente a las cámaras del canal de televisión local. Pareciera ajustársele definitivamente la soga al cuelo a este Coronel que desvió su rumbo y politizó sin sentido su paso por la comarca. Hasta su contertulio, el concejal Bruno, tuvo que salir a defenderlo del escarnio público al que se condenó sólo, reconociendo el hecho de que lo conoce, comparte reuniones con sus camaradas de armas pero de ninguna manera tuvo él ni aquel vínculo con el origen de la toma.

El Coronel parece haber tomado nota del irremediable final que le espera. El ostracismo es en los militares el final de sus carreras, la nada misma, pierden su condición de “clase militar”. Buscó claramente limpiar su legajo público y ensayó una jugada blanqueando una reunión con el Intendente municipal al término del acto por la conmemoración de los caídos en Malvinas. No trascendió del encuentro en qué consistió el planteo del Militar pero no es de extrañar que haya pedido al jefe comunal que cesen las referencias en su contra en cuanto al rol del Regimiento y su figura en el lamentable desenlace de las tomas, que es hoy el establecimiento de un barrio.

“No me desenvaines sin razón, ni me envaines sin honor”

Pese al gesto tibiamente conciliador y componedor del Jefe del Regimiento y que en sus intervenciones ante la prensa (siempre en estricto off) haya jurado y asegurado que nada tiene que ver con la emergencia y desarrollo de las tomas, más que claros han quedado los vínculos del Teniente Coronel con el veterano movilizado en el Continente Alberto Bruno, y las razones políticas y de estirpe herida de militar de caballería que conjuraron a la primera espada del Galo de Lavalle en su intento de no entregar sin sangre porciones del capital simbólico que ostentan en pleno corazón sanmartinense.

El Teniente Coronel Rodríguez Espada fue agregado militar en la Embajada Argentina en Chile. Y según parece a la luz de los hechos y sus trascendidos, este Oficial de Caballería, de formas educadas y tradiciones conservadoras, habría aprendido de sus años de agregaduría uno de los lemas que llevan sólo los oficiales de la Marina chilena inscriptos en los lados de su espada, símbolo del mando y de su pertenencia a la oficialidad, que es en sí mismo un distingo de clase en la sociedad vecina y lo es también para este oficial de alcurnia. “No me desenvaines sin razón, ni me envaines sin honor” se remonta como lema a las espadas coloniales que el Reino de España blandía con desigual vehemencia ante indígenas y criollos, infantes almas descarriadas e hijos impuros de la civilización. Pero lo cierto es que su juramento se hizo carne en el espíritu de este Teniente de Caballería que encontraría las razones para desenvainar en la tierra que el kirchnerismo le quitaría por igual a su Regimiento y al mercado inmobiliario, y buscaría el honor en el daño a su adversario ideológico de época.

Contraataque y off side

El concejal Bruno retornó de sus minivacaciones en “La Feliz” herido por la ausencia mediática en días en los que se logró colocarlo en el centro de la escena como responsable en las sombras de las tomas en tierras de su amigo el Coronel de apellido compuesto. Ágil, decidido, confiado como es, decidió velozmente recuperar el camino perdido y se mostró en cuanto espacio mediático le fue ofrecido. Le endilgan sus adversarios que es pagador de esos espacios (y por ende se lo endilgan implícitamente a los medios de comunicación locales, aunque no lo digan). Lo cierto es que es un personaje político de color (más allá de su naranja penetrante), interesante de entrevistar, que mueve la taquilla. Ya fue dicho en la columna “Las Políticas” que el mapa de medios local es tributario de los escenarios comunicacionales simples, como en sí lo es la comunicación de masas en tiempos posmodernos, y es por ello quizás que, independientemente de si paga o no por los espacios en medios, es una figura llamada a alimentar la gran cantidad de microemprendimientos comunicacionales de la localidad.

En su pulular por los diales y los centimetrajes virtuales aseguró no tener ninguna relación con la organización de las tomas, pero aseguran algunos ediles que participaron de la reunión entre el Intendente y el Deliberante en pleno, que ante el mismo Fernández reconoció que “no puede controlar todo lo que hacen sus punteros”. Pero con la violencia verborrágica que lo caracteriza fue más allá, denunció la falta de política habitacional del Ejecutivo municipal, y derrapó y quedó claramente en off side al sugerir que la continuidad de este escenario conflictivo podrían devenir en que “se acorten los plazos para que esta gestión se vaya” aún antes de 2015.

Cuando en la columna anterior (La conspiración")se expuso la organicidad detrás del proceso de tomas, los vínculos entre los actores, los motivos inmediatos y de largo plazo que motorizaban su avanzada, y la relación que todo esto tenía con la frustración de un negocio millonario para el financista del MPN local Daniel Vita y la decisión de reconfirmar en la Presidencia del Deliberante al concejal Obeid como primer relevo institucional del Ejecutivo, se escuchó ridiculizar la hipótesis. A fin de esta semana se confirma no sólo en la voz del más audaz de sus promotores sino aún en la defensa que hizo el concejal Saloniti de su propuesta para relocalizar la toma en tierras del Lote 27, justo cuando se confirma que tarde e inconvenientemente el Regimiento solicita a la Justicia Federal el inmediato desalojo de las tierras usurpadas. La arriesgada e ilegal sugerencia del concejal emepenista, el apuro repentino del Regimiento por desalojar lo que hoy parece imposible y la hipótesis de que el gobierno podría no terminar, al simple entender de este escriba vienen a confirmar un movimiento desestabilizador que se articula debajo de los sucesos recientes.

Las aguas bajan turbias

Lo que en un comienzo fue una semanita de tregua terminó siendo movidita y promete más. El domingo que se va comenzó con tomas publicitadas por radio en el B° Villa Paur que no tuvieron mayor repercusión, o porque no fueron tales o porque se frustraron antes de consolidarse.

Lo cierto es que el panorama que se abre en San Martín más que difícil es turbio. La estirpe de los actores en cuestión superan las máximas creatividades literarias e intelectuales a que pueden llegar las sienes más afiebradas de la región. Parece que la llegada al poder de un sector que aspira a la representación de una centroizquierda con eje en el kirchnerismo impulsa a sus adversarios a patear el tablero del sistema político interno y no respetar ni el más mínimo marco de desempeño lógico y orgánico de la competencia electoral. Es cierto que el peronismo reconoce la cohabitación de los escenarios políticos recién a partir de su derrota a manos del alfonsinismo en las legislativas del 85 que dieron impulso definitivo a la consolidación interna de la “renovación” en dicho partido. No viene a cuento de nuestra comarca explicar las razones del posterior fracaso y el triunfo definitivo del sector ortodoxo en manos del riojano más famoso, pero sí es importante dejar reflejado el sintomático despertar de una conflictividad política que está dispuesta a ir más allá de los marcos mínimos de la institucionalidad si por concretar ambiciones de poder se trata. Esta sola definición, que de seguro es producto de una meditada decisión de varios actores, debe ser una luz de alarma y atención en el tablero de control de la gestión de gobierno. De su capacidad para poder hacer carne en la sociedad la gravedad institucional que fogonea la oposición política depende en gran medida la continuidad más o menos saludable y con posibilidad de trascendencia que le queda a este gobierno.

Como se dijo, la letanía es parte de su marca y a ello no le reconoce virtud este escriba. No obstante, sólo el gobierno sabe si alberga en su espíritu algo así como “la ira de los calmos”. 


Emilio R.